Si la gente de verdad quisiera leer, abarrotaría las muchísimas bibliotecas que existen en nuestro país (incluyendo las bibliometro), pero ellas están más vacías que refrigerador a fin de mes. O sea: los libros son gratis pero la gente no quiere usarlos. En buen chileno: si le quitamos el IVA al libro no vamos a estar dándole una mano a los pobres, sino que estaremos ayudando a que la Pía Correa su libro "Cocinando con Mónica".
En cambio, lo que sí se lograría sacándole el IVA al libro es hacer un hoyo en la represa de este impuesto que hasta el momento es uno de los más difíciles de evadir, porque si se le quita el impuesto al libro, ¿por qué no quitárselo también a la comida o a los remedios, que son algo bastante más fundamental? y así suma y sigue, con lo que se terminará creando un impuesto discriminatorio que se aplicará a unos productos y no a otros. Además, esto podría servir para que, por ejemplo, las farmacias que venden revistas anti-cultura las pasen por remedios, aumentando así la evasión.
Si de verdad se quiere fomentar la cultura se requieren medidas mucho más creativas y difíciles de aplicar señor MEO. Si Ud. quiere comprar el Código Da Vinci sin pagar IVA, más fácil le sale comprar la edición pirata en la calle.