Al recordar cómo el populista de Zelaya se las quiso dar de tirano (llegó al poder apoyado por la derecha, en la mitad de su gobierno se declaró un caudillo socialista, pero no consiguió el soporte de los de su nueva tendencia en el parlamento), me puse a pensar que con el sistema parlamentario es más difícil que se generen estos pseudo-mesías. Fue sólo un pensamiento, ya que no es que ande con añoranzas del sistema parlamentario “a la chilena”, ese que hizo exclamar al presidente liberal Barros Luco en medio de su inactividad frente a los que llegaban a contarle problemas: que él no se preocupaba, ya que el noventa por ciento de los problemas se soluciona solo, y que el resto de los problemas no tiene solución. No, no ando con añoranzas porque ese peculiar sistema hizo que las responsabilidades se diluyeran en esa masa de parlamentarios anónimos.
Además, la democracia requiere responsables que den la cara por sus actos, de modo que cuando las cosas vayan mal sea fácil saber a quién culpar. No digo esto por ese deseo tan humano de llevar brujas a la hoguera cada vez que algo sale mal, como se hizo con la Vivian Heyl con el escándalo de Becas Chile. Lo digo porque el modo de solucionar los problemas es justamente terminando con su causa, la que reside muchas veces en quienes están a cargo de coordinar a la sociedad. Por otro lado, cuando quienes nos gobiernan, toman decisiones o hacen recomendaciones son comisiones, nadie termina siendo el responsable por las metidas de pata. De hecho, creo que por eso le gustaban tanto a la Bachelet las famosas comisiones, como la de educación o la de equidad, porque así, si ella tomaba una decisión, siempre podía tirar un poco el traste para las moras y decir que el resultado no era una idea de ella, sino que del “consejo”. Por lo demás, como estos consejos funcionan sobre la base de mayorías, y es el mismo Gobierno quien elige a sus integrantes, es muy fácil proponer el número exacto de integrantes para que el resultado sea, a pesar de los negritos de Harvard, el buscado por quien convoca la comisión. Por eso, la derecha en general busca que las responsabilidades sean entregadas a alguien que sea la cara visible y no a estos entes diluyentes de responsabilidades.
Al parecer esto funcionó adecuadamente con el régimen presidencialista chileno, el cual logró que, a pesar de que nuestra Jefa de Gobierno tratara de desligarse de responsabilidades a través de la creación de comisiones, etc., la gente supiera que en definitiva la culpa de las embarradas era de la Presidente, quien manejó inadecuadamente muchísimas situaciones. Por eso estamos echando a nuestra simpática bruja.
domingo, 20 de diciembre de 2009
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9 comentarios:
Creo que hay varios errores o afirmaciones sin ssustento en tu artículo.
En primer lugar, en Chile nunca hubo régimen parlamentario. Erróneamente muchos le llaman así.
En segundo lugar, en Chile se acostumbra a culpar a los mandos medios de las responsabilidades de sus presidentes. Lo hizo Allende, Pinochet, Lagos, Bachelet, etc.
Con eso no digo que es bueno, pero no es exclusividad de un sector político.
En tercer lugar, es falso que la gente esté echando a Bachelet. Lo que se cumplió es su período, se tiene que ir, no la echan como podría ocurrir en un régimen parlamentario.
Distinto es que estén aburridos de la Concertación y no quieran a Frei. No olvides que tiene alta valoración pública. Esa es una paradoja en parte.
Sí concuerdo en que el sistema parlamentario es mucho mejor que el presidencial en varios aspectos:
En el régimen presidencial es mucho más engorroso cambiar un mal gobierno. Ante un mal gobierno se debe elevar una acusación constitucional, es decir, se debe iniciar un proceso judicial para sacar al mal gobierno.
-En el régimen parlamentario o el semipresidencial, la vía para cambiar un mal gobierno es más expedita, un voto de censura efectuado con mayoría del Parlamento, automáticamente obliga a llamar a elecciones nuevamente.
Es decir, hay un juicio político simplemente.
-En el régimen presidencial, es mucho más difícil llevar a cabo las políticas de gobierno, porque existe la posibilidad de no contar con mayoría en el Congreso y por lo tanto tener una oposición que impida cualquier proyecto.
-En el régimen parlamentario, por el contrario, se necesita tener mayoría en el parlamento para que el representante de la coalición asuma como primer ministro y como jefe de Gobierno .
Nunca he estudiado ese período de la historia de Chile.
Con respecto a lo que dice Jorge sobre el parlamentarismo es cierto. De hecho, en las últimas columnas de Gonzalo Rojas decía que si hubiese un régimen parlamentario, la UDI tendría su Primer Ministro.
No me creo eso de la alta popularidad de la Presidenta.
Las encuestas son ficciones, pero el hecho puntual es que Bachelet se va porque cumplió un período, no porque la gente haya dicho que se vaya.
Lo de Bachelet me preocupa. Ella dijo que no estaba dispuesta entregar la banda a alguien que no fuera de la concertación.
¿Cometerá suicidio?
Jorge: Gracias por el análisis sobre el sistema parlamentario. Está bueno.
Con relación al sistema chileno post guerra civil, sé que no es parlamentario propriamente tal, por eso le puse "a la chilena". Tu segunda crítica (esa de los mandos medios) es bastante discutible, ya que finalmente se termina sacando al jefe.
Está bien tu análisis del sistema parlamentario. En todo caso no existe un "sistema parlamentario modelo", ya que siempre depende del país en particular donde se aplica. Lo que se llaman características del parlamentarismo son razgos comunes que suelen tener esos sistemas.
En general la discusión hasta el momento ha sido en el modo de elección o remoción del jefe de Gobierno, pero no en los poderes que tiene durante su ejercicio. ¿Tienes algún comentario sobre eso? Yo no recuerdo mucho esas diferencias y no tengo ningún libro a mano.
Javier: Las encuestas no mienten, pero los chilenos somos cambiantes y tincudos.
Sergio: Así son estos "demócratas"... no están dispuestos a seguir los dictámenes de la democracia. "Dime de qué presumes y te diré de qué careces".
Saludos.
Álvaro P.
Álvaro, se supone que el presidencialismo en vez de ser un contrapeso al poder, tiende a exacerbar las atribuciones del presidente, pues éstos se ven en la necesidad de aumentar poder para ejercer el gobierno.
Claramente el parlamentarismo varía, pero tiene mayores cualidades que el presidencialismo en cuanto a eso, pues incentiva acuerdos, pero no de manera forzada como ocurre con el presidencialismo o con nuestro sistema electoral.
Linz tiene un libro donde plantea estos dilemas.
Saludos navideños
Jorge:
No sé si te enteraste por las noticias, de que el Ejecutivo rechazó una series de reformas para darle más atribuciones al Parlamento.
Jorge: Gracias por la respuesta. Pero eso que dices tiene cosas positivas y negativas. Yo prefiero que el gobernante tenga más poderes, porque es él la cara visible, la persona a quién es más fácil hacerle responder.
Feliz navidad también para tí y los demás comentaristas.
Álvaro
En realidad, quizá habría sido más adecuado terminar el posteo diciendo que no permitimos que el ex-presidente volviera al poder, ya que nunca se sabe si dejaremos que vuelva al poder nuestra simpática bruja.
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