domingo, 6 de diciembre de 2009

Hombre-Gato y Hombre-Mujer

¿Conocen Uds. el caso del “hombre gato”? Es un desequilibrado que se cree gato, y por eso se somete a todo tipo de cirugías para parecerse a uno. ¿Logrará convertirse en gato? ¿y si la ley dijera que es un gato? Alguien sostenía en Inglaterra que “el Parlamento puede hacer cualquier cosa excepto convertir a una mujer en hombre o a un hombre en mujer”*

Esto, que
parecía tan lógico, no le parece tanto a la Corte Europea de DD.HH., la que el año 2002 en el caso de Christine Goodwin Vs. Reino Unido decidió, basándose en el derecho a la vida privada y a la identidad personal, que era un “derecho humano” no sólo que la persona “cambiara su sexo”, sino que además que el Estado le permitiera llevar ese cambio hasta las últimas consecuencias, obligando a registrar al transexual según lo que esta persona (generalmente hombre) quisiera ser para todos los efectos legales, incluyendo el matrimonio con personas del mismo sexo genético.

Lo qu
e no me queda claro es que si esta persona quisiera dedicarse a los deportes, ¿sería lícito imponerle prohibiciones o castigos como se le hizo a la pobre Semeneya? Al parecer no, por lo que su testosterona le permitiría alcanzar los primeros lugares en las competencias mundiales.

Y por si Uds. no saben, nuestro registro civil acepta al menos cambios de nombre por “cambio de sexo”. ¿Permitirá alterar también las partidas de nacimiento?

La Corte Europea dijo que lo único que se podía imponer eran requisitos al matrimonio de estas personas, como avisar al novio que su "novia era genéticamente un hombre. Lamentablemente si se sigue en el camino que por el que está yendo la Corte (la que antiguamente daba a los Estados un margen de apreciación para que ellos tratar
an el tema como quisieran), probablemente en un tiempo más digan que el derecho a la privacidad impide que los Estados le den este aviso al futuro marido... eso sí que sería pasar gato por liebre.


*A. Dicey al explicar el principio de la soberanía parlamentaria, Introduction to the Study of the Law of the Constitution, London: MacMillan, 1968, p. 43.

4 comentarios:

SSergioA dijo...

Tema peludo el del hombre gato. Y el otro también.

Pero el relativismo nos trae claridad diciéndonos que la verdad depende del sujeto que la experimenta.
Un hombre ya no tiene que ser lo que es.
Puede ser lo que quiere ser.
O lo que diga ser.
O lo que quiso decir que era.

Y si el personaje después de convertirse en gato quiere ser gata, no hay un criterio para impedirlo.

AleMamá dijo...

Buen post, jeje....sí, se puede hacer de todo, menos tocar, criticar o pensar distinto de los que proponen y hacen estas cosas.

Álvaro P. dijo...

Gracias por el comentario Sergio y Alemamá. Tienen toda la razón.
Lástima que ahora con esto de Frei los de la Concerta me hayan obligado a hacer otro posteo, con lo que la discusión en este posteo del hombre-gato no creo que vaya a ser mucha.

Saludos.
Álvaro

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Hay varios puntos que no te cuestionas ni abordas aún cuando hablas de libertad personal y en el fondo expresas un cierto estatismo.

Denotas varias contradicciones, porque por un lado pareces cuestionar la intromisión del estado al inicio, pero simultáneamente la defiendes al final.

Si respetas la libertad personal, se supone que el Estado no puede prohibir que un médico x opere a un paciente X, bajo consentimiento, menos aún si paga porque es su libertad personal, su vida privada y su dinero. ¿O sí?

¿Puede el Estado acaso prohibir operarse a ciertos sujetos? ¿En cuáles casos?

¿Cuál es el limite de operaciones y quien lo determina? ¿No el propio sujeto? ¿Podría sancionar a los médicos que siguen operando al hombre gato? ¿Qué pasa con la libertad del que se quiere operar o acaso el Estado le puede decir a alguien que es bueno para él en cuanto gustos o apariencia?

Ahora bien (y aquí sería bueno que te aclararas en cuando a la libertad personal y el rol que le asignas al Estado).

¿Sería legítimo que el Estado le dijera a alguien que su novia o novio es esteril por ejemplo para que piense si se embarca en una relación? ¿Por qué es ilegitima esa intromisión y otra no? ¿Bajo que criterio dirimes eso? ¿Y la libertad personal? ¿Acaso el Estado tiene derecho a recomendarle a una persona con quien emparejarse o casarse?