domingo, 13 de julio de 2008

Es bueno el cilantro, pero...

“La democracia es el arte de acarrear imbéciles a las urnas” me dijo ayer algún desencantado con el sistema. Ésta, como la mayoría de las afirmaciones de la gente cuerda, tiene su parte de verdad, pero olvida que la democracia es un sistema muy bueno por diferentes motivos, entre ellos, y quizá el principal, porque permite echar al mal gobernante en forma pacífica (imagínense que tuviéramos que aguantar a la Presi hasta el día en que muriera…).

Sin embargo, aunque es cierto que hay mucha gente desencantada, creo que la opinión mayoritaria está en el extremo opuesto, y por eso escuchamos frecuentemente que algunos políticos se describen como “demócratas” … ¿qué es eso? ¿Significa que creen en la democracia? Si es eso, no nos dirían nada nuevo, salvo que lo crean en el sentido de Bush, que absurdamente quiere imponer a la fuerza el sistema entre gente que piensa en forma totalmente distinta (imagínense que llegan a lapidar a quienes violan algunas normas coránicas…). Sí nos diría algo la expresión “demócrata” si se refiriera a que les gusta la democracia como forma de: a) resolver los problemas o b) encontrar la verdad.

En el primer caso significaría, por ejemplo, que cuando van a comer debieran hacer votaciones entre sus hijos para ver qué preparar, con el consiguiente menú diario de papas fritas con huevo y manjar de postre… cuestión que no sería nada de sano para la familia, ni para la toma de decisiones en casi ningún cuerpo intermedio. En buen chileno: llevaría a que habría mucho cacique y poco indio.

Si es lo segundo, peor aún, ya que se cerraría el paso a la discusión racional, fijando verdades por mayoría. En Europa han hecho esto varias naciones, dictando leyes que no sólo fijan la verdad histórica, sino que incluso hacen meter preso a las personas que opinan lo contrario, p. ej. la que hace encarcelar a quienes niegan la existencia del Holocausto –hecho trágico y cuya existencia lógicamente indiscutible–, terminando así con la libertad de expresión.

Me gusta la democracia, pero al parecer no soy un demócrata, ya que como dicen por ahí: “es bueno el cilantro, pero no tanto”.

18 comentarios:

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

En sí, la Democracia, es esencialmente un ideal, cuyo origen radica en un deber ser, como forma de representación de la soberanía popular a través de representantes, que tiene implícita la dicotomía del sujeto, como agente individual y como parte de un colectivo social, como parte de una comunidad.

Sin embargo, el principio de representatividad no siempre ha existido en lo que llamamos democracia. Por ejemplo, la democracia ateniense excluía el principio de la elección por considerarlo aristocrático -usaba el principio de sorteo, pero este no produce representantes, produce autoridad y sólo era aplicable en una sociedad donde eventualmente todos sus miembros son aptos para ocupar cargos-.
De hecho, paradójicamente, el sistema democrático ateniense era en sí altamente excluyente.

La Democracia se convierte en un significante volátil, por lo que termina siendo otra forma de dominación que ha variado a lo largo de la historia.

Actualmente, el concepto de democracia varía desde concepciones instrumentales, como considerarla un sistema que sirve para permitir la transferencia del poder mediante elecciones, como es la definición más básica de Liphart, de la que deriva el concepto de democracia de mayorías y la consensual.
A concepciones más amplias y complejas, como la de Sartori, quien estima que la Democracia debe considerar no sólo la transferencia del poder mediante el sufragio, sino que otras dimensiones sociales, por lo que habla de democracia económica, cultural, etc.

En otras palabras, la complejidad de la democracia radica en que no es el simple y simbólico acto del voto, sino la ampliación del ejercicio del poder a más ciudadanos, algo que a las elites no les gusta.

Nery dijo...

¿Y la democracia, ese milenario invento de unos atenienses ingenuos para quienes significaba, en las circunstancias sociales y políticas concretas del momento, y según la expresión consagrada, un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo? Oigo muchas veces razonar a personas sinceras, y de buena fe comprobada, y a otras que tienen interés por simular esa apariencia de bondad, que, a pesar de ser una evidencia irrefutable la situación de catástrofe en que se encuentra la mayor parte del planeta, será precisamente en el marco de un sistema democrático general como más probabilidades tendremos de llegar a la consecución plena o al menos satisfactoria de los derechos humanos. Nada más cierto, con la condición de que el sistema de gobierno y de gestión de la sociedad al que actualmente llamamos democracia fuese efectivamente democrático. Y no lo es. Es verdad que podemos votar, es verdad que podemos, por delegación de la partícula de soberanía que se nos reconoce como ciudadanos con voto y normalmente a través de un partido, escoger nuestros representantes en el Parlamento; es cierto, en fin, que de la relevancia numérica de tales representaciones y de las combinaciones políticas que la necesidad de una mayoría impone, siempre resultará un Gobierno.

Todo esto es cierto, pero es igualmente cierto que la posibilidad de acción democrática comienza y acaba ahí. El elector podrá quitar del poder a un Gobierno que no le agrade y poner otro en su lugar, pero su voto no ha tenido, no tiene y nunca tendrá un efecto visible sobre la única fuerza real que gobierna el mundo, y por lo tanto su país y su persona: me refiero, obviamente, al poder económico , en particular a la parte del mismo, siempre en aumento, regida por las empresas multinacionales de acuerdo con estrategias de dominio que nada tienen que ver con aquel bien común al que, por definición, aspira la democracia. Todos sabemos que así y todo, por una especie de automatismo verbal y mental que no nos deja ver la cruda desnudez de los hechos, seguimos hablando de la democracia como si se tratase de algo vivo y actuante, cuando de ella nos queda poco más que un conjunto de formas ritualizadas, los inocuos pasos y los gestos de una especie de misa laica. Y no nos percatamos, como si para eso no bastase con tener ojos, de que nuestros Gobiernos, esos que para bien o para mal elegimos y de los que somos, por lo tanto, los primeros responsables, se van convirtiendo cada vez más en meros comisarios políticos del poder económico, con la misión objetiva de producir las leyes que convengan a ese poder, para después, envueltas en los dulces de la pertinente publicidad oficial y particular, introducirlas en el mercado social sin suscitar demasiadas protestas, salvo las de ciertas conocidas minorías eternamente descontentas...
palabras de josé saramago, premio nobel de literatura.

Álvaro P. dijo...

Jorge: ¿Crees tú que habrá algún momento en que no haya dominación de unos sobre otros?

Nery: Esas empresas multinacionales de las que hablas, son las que tienen contratadas a las personas en las mejores condiciones laborales.
Prefiero estar dominado (contratado) por la Coca Cola, que por un servicio público.

Saludos,
Álvaro P.

G.G dijo...
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Nery dijo...

tienes razón g, al igual que alvaro, pero en el microanálisis..lo que saramago hace es un análisis global del fenómeno de la democracia aludiendo a que ésta esta reducida al acto simbólico de votar, agegando que en ese acto se entrega la soberanía individual. por eso es que nuestros legisladors terminan legislando aún en contra de lo que pide la denominada voluntad popular. Y nuestros legisladores legislan no para el bien común de los que dicen representar sino para servir a los intereses globales. Cuando se habla de multinacionales no se está hablando de engendros de satán, saramago sostiene lo que acabo de mencionar e incluso se puede sostener a partir de lo mismo que existe un gobierno mundial en manos del grupo denominado G-8 que incluso puede terminar con gobiernos y sistemas si así lo considera pertinente a sus intereses...intereses que son globales y ligados a multinacionales.
En fin, es la postura de sarmago que yo comparto con uds. puede estar equivocado pero siento que no es así porque no está en juego solo la condición que viven en chile los que trabajan en una multinacional.¿porque éstas se van de países como canadá con sindicatos fuertes que negocian sueldo que son dignos, pero considerados altos? porque se van a países con cero organización sindical, con bajísimos salarios en relación a la ganancia conseguida?Se leen las etiquetas de su ropa que es el ejemplo que tengo mas cercana, y si ademas ésta es típica..de esa que todos pueden comprar al contado o en módicas cuotas, verán que es made in china, indonesia, pakistan etc. porque será? la maximización de los beneficios no sé si será buna o mala..para mi la injusticia distributiva es un peligro , amén de una ofensa. Solidaridad social es lo que nos hace falta al parecer..y tb. conciencia social y tb. esfuerzo,perseverancia y ganas de salir de la pobreza en la contraparte...pero se requieren tb. oportunidades que lamentablemente no están.

cristian dijo...

Un detalle que nadie (casualmente) ha aclarado: Saramago es un comunista de mierda, es decir, uno recalcitrante, de aquéllos que no reconocen necesidad de pedir perdón por los crimenes de su ideología.
Es cualquier cosa, menos imparcial.
Y como es Premio Nobel, es intocable, es decir, a nadie se le ocurriria molestarlo con preguntas inoportunas o molestas acerca de sus ´planteamientos.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...
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Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

El planteamiento de Saramago, que menciona Nery, y que claramente parte de la noción marxista de estructura y superestructura, también puede ser abordado desde el punto de vista Neoinstitucional, para evitar prejuicios ideológicos.

Es decir, la institucionalidad política débil, plutocrática u oligarca, en muchos casos puede derivar en falta de regulación a la actividad económica de las empresas.

Puede derivar en anocracias, que no favorecen a la sociedad en general, sino que intereses económicos o corporativos específicos.

Quizás la contradicción de muchos bloggeros como el autor de este blog (que dice preferir estar dominado por la Coca Cola), es que por un lado defienden al mercado y su desrregulación, pero en otros exigen la regulación total en el comportamiento de los sujetos, inhibiendo en definitiva su libertad de elección como consumidores. El falso discurso liberal en su magnitud.

En relación al mercado y la moral, hay un artículo muy interesante de Gabriel Jackson, publicado en El País.

Nery dijo...

saramago es un literato de izquierda, no crei necesario aclararlo pues apuesto al nivel de instrucción de quines leen. Es portugués, comunista pero sin el adjetivo calificativo..uno de los intelectuales mas influyentes de la actualidad y que en su postura política es capaz de levarse por encima de su ideología y hacer un análisis que nace de ella pero es de mayor vuelo. No hay que sesgar por la potura de quien escribe , ese es un mal peligroso que jibariza el intelecto y la posibilidad de concluir en términos personales luego de enfrentarse a disitntas formas de pensar. Esto amén de la necesidad e respetar al otro en su diferencia, podemos no estar de acuerdo pero no podemos insultar, eso nos jibariza desde el punto de vista moral.

Javier Bazán Aguirre dijo...

La democracia se refiere a la preminencia de la mayoria. Ahora bien, como decían los liberales del siglo XIX, una mayoría no es un sabio. Y como la tiranía de la mayoría es peligrosa, nuestra democracia tiene el adjetivo liberal, chequeos y controles.

Maxtrix dijo...
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Álvaro P. dijo...

¿Por qué le piden a la democracia que haga cosas que no puede hacer? Sólo sirve para elegir gobernantes y, eso es algo que tampoco lo hace a la perfección.

Jorge: No hay ninguna contradicción. Son órdenes distintos.

Saludos,
Álvaro P.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Es una tremenda contradicción, pues en muchos casos ese discurso permite la "inmoralidad" de las lógicas del mercado, pero a la vez quiere "evitar" la inmoralidad en las decisiones de los sujetos, imponiéndoseles.

SSergioA dijo...

Está más que claro que a la izquierda no le gusta la democracia.

Álvaro P. dijo...

Jorge: Las inmoralidades son de las personas particulares, no de los sistemas.

Sergioa: Les gusta cuando les conviene, pero en muchos casos sólo la utilizan para llegar al poder y nunca salir de él.

Saludos,
Álvaro P.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Sergioa: Por qué confunden democracia con mercado...si no son simbióticos. El ejemplo chileno es más que claro que a la derecha "no le gusta la democracia" y que "la utilizan para llegar al poder y nunca salir de él".
(Ambos hacen una proyección notable).

Álvaro: demuestras lo excesimente contradictorio que eres, pues si dices que los sistemas no son inmorales, por qué dices que el sistema keynesiano fomenta la flojera, si ésta sería una opción individual de los sujetos.

Tal como te he dicho, es obvio que las inmoralidades son de las personas, pero son los sistemas institucionales los que determinan los marcos de acción donde éstas se vuelven más proclives.

Álvaro P. dijo...

Es distinto fomentar algo, que serlo. El instigador a un asesinato no es un asesino. Precisión por favor.

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Sí por favor más precisión, porque tu afirmación podría llevar a decir que el autor intelectual de un asesinato no lo es...y entonces se van por la borda todos tus argumentos contra el aborto por ejemplo.