domingo, 3 de mayo de 2009

IdD: Lo cortés no quita lo valiente

No soy una persona que se codee con gente de la nobleza, por lo que me es fácil recordar cuándo fue la última vez que le hice una reverencia a una persona. Estaba yo en la Corte de Apelaciones cuando una mujer me pregunta si había visto a cierto abogado renombrado (“SU” abogado), o a la ministro Gloria Ana Chevesic (con quien ella tenía que hablar). Yo no había visto a ninguno de los dos. Agradecida por la respuesta, esta señora me mostró un papel muy importante y reservado. Era una hoja vieja y doblada, llena de timbres de recepción de lugares importantes (tribunales, el Palacio de la Moneda, etc.). Entremedio de todos esos timbres se veía una nota escrita a mano que decía: “La portadora de este documento es la única y auténtica Reina de Inglaterra”. ¡Imagínense mi sorpresa!... esta mujer tenía un título al portador que la constituía en la famosa Monarca. No pude sino hacerle una reverencia y exclamar: “Su Majestad”. Ella se turbó un poco ante mi demostración de respeto, porque me dijo que era muy humilde y andaba de incógnito.

Este recuerdo viene porque en la izquierda está lleno de personas que se vanaglorian de ser irreverentes, como si eso fuese algo bueno en sí mismo.

Está claro que sí es buena la independencia que tienen algunos irreverentes para criticar libremente a ciertas instituciones o dignidades. Sin embargo, no es necesario ser irreverente para ser independiente. ¿Por qué enfrentarse en forma irrespetuosa frente a la institución que se critica? Es perfectamente posible conjugar la benevolencia inicial frente a una institución respetada, para luego criticarla si se descubre algo negativo en su actuar.

Lo que sí le concedo a los a priori irreverentes es la idea de establecer por ley que determinadas instituciones o cargos deben ser tratados con cierto título. Son las personas las que deben determinar qué instituciones merecen o no respeto. Por ejemplo, por qué llamar “honorable” al Senador Navarro, ni “Vuestra señoría” al Ministro Carlos Cerda. Quizá esto sí podría ser aplicado a las instituciones como el Senado y los Tribunales en abstracto, pero no tendría tendría por qué extenderse a las personas que la integran.

Ser irreverente con la sola finalidad de ser irreverente es algo ilógico. Si una institución es respetada, es porque históricamente ha tenido un buen actuar, por lo que es más probable que mantenga ese proceder, y que sea uno el que se equivoque si desde un inicio se enfrenta con ella en una mala disposición. Sin embargo, tampoco es lógico que las personas que ocupan ciertos cargos estatales vengan con una especie de título al portador como el de esta “Reina”, que indique la dignidad que merecen.

5 comentarios:

Javier Bazán Aguirre dijo...

La autoridad es algo que se gana o se pierde. Eso nos diferencia de Oriente. En dos novelas históricas que leí, 'Ramses' y el 'Imperio de los Dragones'. En ambas se enfatiza que el griego o el romano no se prosterna ante el emperador o rey, según sea el caso y le habla de igual a igual, ya se que se invoque el derecho divino o el derecho de elección popular.

Acción Civil Política dijo...

Hay varios prejuicios en este post que llaman la atención:

Primero, que siempre se atribuyen ciertas cualidades a sectores.
"En la izquierda...en la derecha...".
Lo cierto es que eso es un error y denota un limitado conocimiento de la realidad y de las personas. Más aún, si en otras ocasiones se habla de responsabilidad individual.

En segundo lugar, sí las personas deben decidir qué instituciones merecen respeto, se debe también aceptar que existan personas que consideren que ciertas instituciones o personas, no son de su devoción e incluso no respetables.

En tercer lugar, las intituciones no son entes, sino que son el reflejo de decisiones de personas. Por lo tanto, una institución respetada puede pasar a ser una institución reprochable en algún momento.

Por lo mismo, es falso que una institución que ha tenido un buen actuar histórico siempre lo tenga. A no ser que sus miembros sean inmortales y ejemplos de virtud.

Álvaro P. dijo...

Javier: Interesante.

AC: ¿Usas tú las palabras derecha e izquierda para identificar sectores?

Saludos.
Álvaro

Nery dijo...

mmm Alvaro, tu tomas el ejemplo de la realeza como institución..históricamente monarcas en todos los estados han sido terribles tiranos o locos despotas..desde calígula hasta dracul, desde Fernando II hasta la reina Victoria..todo depende del cristal con que lo mires..la irreverencia usada como denuncia va mas allá de lo bien o mal que lo haya hecho una institución en el marco valórico.la Iglesia cristiana no debería ser respetada entonces pensando en marcel?..la corte suprema usando la irreverencia tuya hacia algunos de sus mimbros tampoco?...la irreverencia por si misma es algo que acompaña a algunos mal educados eternamente...la otra, es la que usas tu o cualquiera para denunciar y establecer una critica profunda o no a la institucionalidad...ninguna institución históricamente ha tenido un buen actuar..ninguna.
Quiza esa reina de tu ejemplo era mas respetable que cualquiera de verdad..a veces el ropaje confunde y tras un mendigo se encuentra la mas profunda dignidad posible de encontrar.las personas forman las instituciones y nu una ni otra son irreprochables a lo largo de su existencia.

Patoace dijo...

Yo recuerdo que el ser irreverente estuvo muy de moda a inicios de los 90, lo cual es natural, considerando que en la época inmediatamene anterior el péndulo osciló exageradamente hacia el lado opuesto.

A los jóvenes de fines de esta década ya no les interesa la irreverencia, porque no hay nada que valga la pena de tal esfuerzo