La semana pasada las noticias en Europa no pararon de hablar de la nube de cenizas lanzadas por el volcán Eyjafjallajokull (¿les quedó claro el nombre? ¿supercalifragilisticuespialidoso?). ¡Es increíble que en pleno siglo XXI el modo de vivir de gran parte de los países “desarrollados” pueda verse afectado por un par de cenizas en el aire! Lo bueno es que sirve para que recordemos que no somos omnipotentes. A ver si así se nos quitan estos aires de grandeza.En todo caso, me alegra mucho que esto no haya pasado en Chile, porque o si no nuestros legisladores —entre los cuales muchos se creen omnipotentes— se habrían puesto a presentar proyectos que, tratando de solucionar problemas imposibles de arreglar por ley, dirían cosas como desde “Oblíguese a las compañías de seguros a asegurar contra nubes de cenizas”, pasando por “Oblíguese a las compañías de seguros a asegurar contra nubes de cenizas, pero sin subir el precio a la prima”, y culminando en cosas como “Prohíbense las erupciones volcánicas en períodos de auge turístico”.
No crean que estoy exagerando. Es cierto que en gran parte el debate parlamentario en nuestro país está determinado por lo que los Honorables vieron en las noticia
s durante la semana. Esto se nota en que, si en una semana hubo un reportaje importante sobre un asunto específico, los parlamentarios presentan como cuatro proyectos sobre el tema a la semana siguiente. El problema de esto no es sólo que muestre una falta de preparación al legislar, sino que en muchos casos también una creencia de que la ley puede resolver todos los problemas del ser humano… siendo que muchas veces es la causa (v.gr. Estatuto Indecente). Un ejemplo de lo anterior es el proyecto de ley que buscaba erradicar la obesidad prohibiendo, entre otras cosas, que niños menores de catorce años compren cosas perversas como mermeladas o mayonesas.Supuestamente la derecha, por su carácter más pragmático, no debiera caer en la tentación de tratar de abolir el mal por ley… pero muchos han cedido a sus principios y populistamente se ponen a presentar proyectos de este estilo, olvidando que la misión de las leyes es sólo tratar de fijar las normas en las cuales la soci
edad misma se pueda dirigir al bien común, dando una certeza jurídica, pero no tratando de regular todo el comportamiento social. Hay que aceptar que hay males que lamentablemente no queda más que tolerar, pues si se tratara de arreglarlos por ley se terminaría creando una sociedad totalitaria. Por mucho que se quiera, no se saca nada promulgando una ley que digapueden solucionar los problemas sociales con una ley que diga: “Prohíbase el mal en el mundo”.







