El primero de éstos es la afirmación común de que existe desvinculación entre la sexualidad y todo orden natural, señalándose que cada persona debe ejercer sus deseos eróticos del modo que estime conveniente.
El segundo es la creciente propaganda en pro de la "libertad sexual" desde la más temprana edad (cuando aún no está adecuadamente desarrollada la inteligencia ni la voluntad), liberando a los escolares de todo tipo de restricciones por parte de sus "retrógrados padres". Un ejemplo de esto, además de las campañas estatales en colegios, es el proyecto de ley de Derechos y Deberes de los Pacientes, que en su redacción original permitía que los adolescentes solicitaran atenciones sanitarias sin informar a sus padres, norma que principalmente buscaba aplicarse en materia sexual.
Mezclando estos factores tenemos la combinación de menores que usan su “libertad sexual” con mayores que “ejercen sus preferencias”. Lamentablemente no es aventurado pensar que pronto veremos “minorías” que, imitando países desarrollados, quieran “ejercer sus derechos”.