Recaudación Técnica
Describo la escena: Avenida Marina, Viña del Mar, un Reggaeton proveniente de un auto enchulado cuya patente comienza con las letras AC, que por mucho alerón, luz morada iluminando su paso, llantas y cubrevolante marca Momo, no puede ocultar sus miles de años, ni evitar hacernos pensar que para pasar la revisión técnica alguien tendrá que pasar un billetito al encargado.
El próximo mes don Omar —el chofer de esta máquina—, tendrá que contar con un flamante certificado de aprobación de la revisión técnica, ya que si no lo hacemos, el Gran Hermano considerará que no estamos preparados para andar en nuestras calles. Alguien dirá que me quejo de lleno, porque mi auto año 2004 no debiera tener ningún problema, pero más allá de eso —y de que el año pasado no pasé la revisión técnica a la primera—, aquí reclamo en favor de las personas como don Omar, cuyas patentes AA, BC o DC no tienen ninguna posibilidad de pasar este trámite sin mojar al fiscalizador de turno...¡Es el colmo!... sí, es el colmo que el Estado exija INNECESARIAMENTE estas cosas, porque ¡que no nos digan que es para que no contaminemos, que para eso está la revisión de gases (viene en un papel aparte)!; ¡ni que es para que no tengamos accidentes con el auto, ya que sus principales causas son el exceso de velocidad y el andar con trago!; ¡ni nos digan tampoco que es para controlar que cumplamos con las normas del tránsito (como el tener las luces necesarias), que para eso ya estamos bastante asustados con las multas de carabineros!... y por lo demás, LOS CONDUCTORES SOMOS GENTE CUERDA. Queremos que nuestro auto sea seguro. Le apuesto al Sr. Estado que los choferes buscamos nuestro bien más que él.
Esta falta de justificación hace pensar que, en vez de ser una revisión técnica, es una recaudación técnica, como tantas otras que se nos imponen día a día. A lo que voy con esto, es que el Estado debiera terminar con esta frescura, o reducirla a revisar las cosas más básicas, como los frenos, los gases y las luces traseras. No puede ser que cada día se nos pongan más y más requisitos para la realización de cosas lícitas, jurando que somos tontos o chuecos, con el resultado de que, al final, como tenemos un derecho natural a hacer cosas como transitar por calles públicas, no tenemos ningún incentivo moral como para no tratar de saltarnos las normas que nos impiden hacer uso de nuestros derechos humanos (p. ej. transitar, negociar, fumar, etc.), o para no entregar billetitos a los fiscalizadores ... gracias a Dios no he tenido que hacer esto último, pero quizá es porque soy de los pocos chilenos cuya patente comienza con las letras XX.