viernes, 13 de julio de 2007

Estado empresario

El Gobierno de Michelle no está en contra de la innovación y la empresa... quiere controlarlas. El Estado empresario ya no se está reduciendo: está evolucionando ¡Los tiempos así lo requieren!

Todos saben que las empresas se hacen más eficientes cuando externalizan aquellos trabajos que no les son propios (p. ej. los de aseo), y se dedican a hacer su especialidad. Por eso el Estado ahora subcontrata y se dedica a lo que “sabe”: regular.

Aunque durante los años de la Concertación el número de empresas formalmente estatales se ha reducido, el número y magnitud de las empresas materialmente estatales va en aumento, y lo voy a probar con dos ejemplos claros:

1. La educación: Hace unas décadas, al crearse los colegios particulares subvencionados, se entregó a las personas modestas la posibilidad de elegir el tipo de educación que querían para sus niños, para que al igual que los ricos, no estuvieran obligados llevarlos a colegios del Estado Docente. En esa época, el Ministerio designaba sólo los contenidos mínimos que debían ser pasados en los distintos niveles, y el resto era decidido por la comunidad escolar, posibilitando la libertad de elección. Hoy esto ha cambiado, ya que los absolutistas se han dado cuenta de que este es un instrumento muy adecuado para aumentar su poder. Diciendo: “yo pongo plata, y por eso pongo las condiciones”, han determinado cuál es el contenido que se enseña en esos colegios, en qué forma deben organizarse y cómo deben contratar y despedir a los profesores. Así, el Estado no se preocupa por nimiedades (el “día a día” de los colegios), pero sí por su orientación, inculcando a los alumnos las ideologías concertacionistas, “sus valores”, etc. (p. ej. a través de la elección de los contenidos de lectura).

2. El transporte: Antiguamente los empresarios del transporte, como todos los demás, buscaban las necesidades de las personas y ofrecían un medio para satisfacerlas. Hoy, en cambio, los estatistas se apropiaron del sistema, realizando las funciones propias de un empresario (toma de decisiones relevantes del negocio, administración de los recursos, etc.), obligando así a los operadores a realizar los recorridos que el Gobierno quiere. De nuevo es el Estado el que impone las condiciones. Finalmente, para ser una empresa con todas las de la ley, sólo le faltaba un gerente... el Zar del Transporte.

¿Me creen ahora?

Lo bueno de esto es que, como todas las empresas estatales, prestan servicios de excelencia.

1 comentario:

Carol dijo...

Excelente artículo señor pan pan.
Saludos!
Carol