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Aunque esta semana la vida nacional estuvo marcada por los conflictos de los subcontratistas en Codelco, y la mía por el tercer robo que le hacen a mi auto en tres años, hoy hablaré sobre el trato digno de reyes que estamos recibiendo los chilenos.
No sé si habían escuchado que antiguamente los bufones probaban la comida de los reyes para que no los envenenaran. Así, siguiendo su ejemplo, el Estado de Chile --siempre tan bueno-- se quiere transformar en nuestro bufón, ya no sólo para aprobar nuestros automóviles (revisión técnica), comida (proyecto de ley sobre alimentos saludables), y un largo etc., sino que también nuestra educación universitaria.
En efecto, el Consejo Asesor para la Educación Superior, cuyos 27 miembros fueron designados por la Presidente, ha sostenido que la acreditación debiera ser obligatoria… deberemos aceptar obligatoriamente que el Estado se transforme en nuestro bufón. Ya no sólo se nos aconsejará cuáles son las universidades “adecuadas”, sino que nos obligará a entrar una de ellas.
Esto denota gran desconfianza en las elecciones de las personas, cuestión que se agrava si consideramos que los universitarios son los ciudadanos más calificados de un país, quienes por estar tomando la decisión más relevante para su futuro profesional, y por estar haciendo inversiones importantes, no harán elecciones desinformadas. El prestigio será siempre el mejor consejero. Por lo demás, puede también suceder que ellos quieran optar por una universidad no acreditada, al igual muchos que conozco, que pudiendo, eligieron una no tradicional. Lo peor de este bufón estatal, es que a diferencia de los reales, no puede ser despedido si no nos gusta como trabaja, ni podemos saber si sus delegados tienen sus mismas buenas intenciones, ni si nos denegará un tipo de comida sólo porque es él quien le tiene alergia.
Ya estaría bueno que el Estado dejara de portarse como un bufón, y que se dedique a guardar el orden social y la seguridad, en definitiva, ¡que reine!
Hace unos días Monsieur Sarkozy celebró el aniversario de la toma de La Bastilla, hito fundamental de la Revolución Francesa.
También hace unos días fue el aniversario de la muerte de las 16 carmelitas mártires de La Compiègne, guillotinadas el 17 de julio de 1794 por los valientes revolucionarios, después de un justo juicio en que se las declaró culpables de acciones contrarrevolucionarias, como por ejemplo, que después de haber sido expulsadas de su convento y obligadas a separarse, se reunían en conciliábulos donde vestían sus uniformes y obedecían a su superiora. Claramente ellas eran menos libres, menos iguales y menos hermanas.
Este hecho es bastante conocido por su representación en la ópera “Diálogos de Carmelitas”, basada en la novela “La última del cadalso”, pero no fue un hecho aislado. En esta revolución, además de todas las afrentas y vejaciones que sufrieron quienes sólo buscaban libertad de culto, se produjo el primer genocidio de la Época Moderna, el primero realizado en pos de la “tolerancia”, el de La Vendée, donde ciento veinte mil personas de esa región de Francia, principalmente campesina y fuertemente católica, fueron asesinadas después de que un grupo de ellas se levantara para defender la libertad de culto.
Les presento estos sucesos para que recuerden que hay hechos históricos que son voluntariamente olvidados o modificados, y que en la Revolución Francesa no se hace excepción a esta regla. En ella el lema de “Libertad, Igualdad y Fraternidad… o la muerte”, causó graves injusticias… ¡y todo para que el poder fuera tomado finalmente por el Emperador Napoleón!
El Gobierno de Michelle no está en contra de la innovación y la empresa... quiere controlarlas. El Estado empresario ya no se está reduciendo: está evolucionando ¡Los tiempos así lo requieren! Todos saben que las empresas se hacen más eficientes cuando externalizan aquellos trabajos que no les son propios (p. ej. los de aseo), y se dedican a hacer su especialidad. Por eso el Estado ahora subcontrata y se dedica a lo que “sabe”: regular. Aunque durante los años de la Concertación el número de empresas formalmente estatales se ha reducido, el número y magnitud de las empresas materialmente estatales va en aumento, y lo voy a probar con dos ejemplos claros:
1. La educación: Hace unas décadas, al crearse los colegios particulares subvencionados, se entregó a las personas modestas la posibilidad de elegir el tipo de educación que querían para sus niños, para que al igual que los ricos, no estuvieran obligados llevarlos a colegios del Estado Docente. En esa época, el Ministerio designaba sólo los contenidos mínimos que debían ser pasados en los distintos niveles, y el resto era decidido por la comunidad escolar, posibilitando la libertad de elección. Hoy esto ha cambiado, ya que los absolutistas se han dado cuenta de que este es un instrumento muy adecuado para aumentar su poder. Diciendo: “yo pongo plata, y por eso pongo las condiciones”, han determinado cuál es el contenido que se enseña en esos colegios, en qué forma deben organizarse y cómo deben contratar y despedir a los profesores. Así, el Estado no se preocupa por nimiedades (el “día a día” de los colegios), pero sí por su orientación, inculcando a los alumnos las ideologías concertacionistas, “sus valores”, etc. (p. ej. a través de la elección de los contenidos de lectura).2. El transporte: Antiguamente los empresarios del transporte, como todos los demás, buscaban las necesidades de las personas y ofrecían un medio para satisfacerlas. Hoy, en cambio, los estatistas se apropiaron del sistema, realizando las funciones propias de un empresario (toma de decisiones relevantes del negocio, administración de los recursos, etc.), obligando así a los operadores a realizar los recorridos que el Gobierno quiere. De nuevo es el Estado el que impone las condiciones. Finalmente, para ser una empresa con todas las de la ley, sólo le faltaba un gerente... el Zar del Transporte.
¿Me creen ahora? Lo bueno de esto es que, como todas las empresas estatales, prestan servicios de excelencia.
Antes de ayer un amigo calificó mi blog como uno “de protesta”. No sé si eso fue una descripción, una crítica o una alabanza.
Es probable que ello haya sido un piropo, ya que la palabra protesta debe ser una de las mejor calificadas en la opinión pública después de “amor” y “derechos”, aunque al igual que esas otras dos, puede usarse para decir cosas que signifiquen lo opuesto.
Existen varios tipos de protesta según el medio a través del cual se realiza: la violenta (las típicas de la extrema izquierda), la pacífica (tipo pro-vida), la “pacífica” (como las funas, que por realizarse en el hogar del afectado, lo violentan), y las íntimas (aquellas de las que nadie se da cuenta, pero satisfacen al que las hace, como cuando las pololas hacen “señales de protesta” y no llaman por teléfono a sus respectivos en un día).
La clasificación anterior es importante, pero no tanto como la que divide a la protesta entre estéril y fecunda, ya que si bien la protesta puede ser más o menos legítima dependiendo del medio por el cual se realiza, la estéril es siempre mala. Hablando más claramente, me refiero a que si uno protesta por algo que puede ser arreglado, la manifestación estará dirigida a mejorar la realidad existente, pero si no (como si se protestara contra la existencia de los resfríos), sólo logrará alterar al protestante y al protestado, o peor aún, cambiar la realidad existente por otra peor. Un ejemplo de lo anterior podría ser la protesta de los pingüinos, que en sus inicios fue adecuada, porque hizo presente a la autoridad la existencia de un problema gravísimo en la educación, se presentaron unas supuestas causas del problema, y la autoridad comenzó a tratar de arreglarlos (sin perjuicio de que las soluciones pedidas y comenzadas a ejecutar son incorrectas). Esa protesta fue fecunda. En cambio, el segundo intento de protesta de los pingüinos era estéril, porque iba en el mismo sentido que la anterior (derogar la LOCE, y otra serie de soluciones que no arreglan nada), pero buscaban que los cambios se lograran de un año para otro, cuestión imposible.
Considerando las palabras de mi amigo como una simple descripción del blog, hago presente que siempre trato de que mi protesta sea fecunda.