El Nazismo no es extrema derecha, sino que extrema izquierda. ¿Por qué podría llamársele de derecha? En materia social eran totalmente contrarios a la tradición: eran unos revolucionarios que querían crear una sociedad nueva; económicamente eran corporativistas contrarios a esta cualidad que hace tiempo que se asocia con la derecha, el libre mercado. La única diferencia entre el nazismo y el comunismo era la ideología que les daba fundamento. Después de exponerle esto a una persona y pedirle que me dijera por qué sería una ideología de derecha, ésta me salió con que en la política los extremos se tocan y por eso no me daba una diferencia que fuera más allá de los mundos imaginarios creados por Marx y Hitler. Eso de que la línea entre derecha e izquierda es una especie de círculo que al final se toca no es más que el argumento del gato invisible: es como si mientras yo sostenía que no había un gato invisible en una silla, éste me saliera con que el que precisamente el no verlo es una prueba de su existencia…
Sin embargo, le concedo a esta persona un punto que no dijo: la realidad política es bastante más compleja como para clasificar a un partido sólo según esta distinción que nació del lugar dónde se sentaban los políticos en la Asamblea Nacional de Francia. Por eso, puede ser interesante pegarle una ojeada a la página del “polítical compass” o “brújula política”. Esta página no divide el espectro político en dos, sino que en cuatro, combinando factores económicos y sociales. Hay algunas cosas que no me convencen para nada, pero me parece de todos modos interesante. Además, tiene un estudio que uno puede llenar y le dice dónde se encuentra en este espectro político (aunque lamentablemente está en inglés). Lamentablemente este political compass no va a decirnos por qué la Karlita Rubilar milita en un partido de derecha…
A continuación les copio el gráfico de mi posición política (Economic Left/Right: 1.50 // Social Libertarian/Authoritarian: 0.87)
Como ustedes verán, quedé clasificado bastante en el centro, por lo que no sé si seré la persona más ad-hoc para escribir sobres les ideas de derecha.
domingo, 27 de junio de 2010
IDD: ¿Ideas de Derecha?
viernes, 18 de junio de 2010
Honestidad
Será posible tener algún día en Chile un sistema como éste de Viena (se paga y se saca un sólo diario, aunque físicamente se podrían sacar muchos más)
jueves, 10 de junio de 2010
La madre del cordero
Antes de hablar de esto de legalizar las uniones homosexuales habría que recordar que las simples uniones afectivas no son competencia del Estado. El único motivo por el cual el Estado puede tener algún interés en regular los matrimonios es por el interés de los hijos de esa unión. Por eso, el Estado no tiene por qué regular las uniones homosexuales... a menos que se pretenda que ellas puedan adoptar niños.
domingo, 6 de junio de 2010
IDD: Yo sabré lo que hago
Los que tenemos una edad que anda alrededor de los treinta nos acordaremos perfectamente del miedo sentido con la película “Tiburón”, o de las canciones de la clásica película “La Novicia Rebelde”. Esos nombres están tan metidos en nuestra cabeza, que nos parece raro saber que la traducción literal desde el inglés es “Mandíbulas” y “El Sonido de la Música”. Y es más raro aún saber que incluso en España el nombre de la película inspirada en la historia verídica de la familia Von Trapp es “Sonrisas y Lágrimas”… ¡Puaj! ¡Parece nombre de teleserie venezolana!
Menos mal que no existe una entidad internacional encargada de ponerle nombre uniforme a todas las películas, ya que eso impediría llamarlas del modo que nos pareciera más adecuado según nuestras costumbres o tradiciones. Sin embargo, esto que no sucede en el área de las películas, sí sucede en otras áreas con ciertos tratados internacionales, y por eso siempre conviene ser cuidadoso con los tratados que los Estados firman, ya que, por muy bonitos que suenen sus títulos o sus artículos, pueden en algunas ocasiones poner fin a la posibilidad de solucionar los problemas de acuerdo a las realidades y tradiciones nacionales. En efecto, incluso hay tratados como los de Derechos Humanos en los que puede estarse de acuerdo, pero que son leídos inadecuadamente. Por ejemplo, la Convención Interamericana de DD.HH. ha sido interpretada diciendo que prohíbe las leyes de amnistía (aunque no lo dice en ninguna parte), lo que impediría usar ese mecanismo para solucionar conflictos internos, desconociendo que en muchos casos el perdón y el olvido son los mejores mecanismos para solucionar algunos problemas sociales profundos, como sucedió en Sudáfrica al término del Apartheid.
Por eso conviene ser cuidadoso con los tratados que se firma, ya que al igual como sucede con el principio de subsidiariedad a nivel nacional, las agrupaciones mayores —p.ej. organismos internacionales— deben realizar sólo aquellas cosas que las agrupaciones menores no pueden hacer por sí mismas. Por ejemplo, acordar quién tiene jurisdicción sobre los hechos que suceden en alta mar. Por eso las naciones con ADN de Derecha suelen preferir no firmar tantos tratados internacionales. Un ejemplo de lo anterior es el caso de Estados Unidos, que sabe que es uno de los países de primer nivel en el respeto de los derechos humanos y no necesita de otros que le digan qué hacer, y por eso es uno de los dos únicos países que no ha firmado un tratado con el que casi todos estamos de acuerdo: la Convención sobre los Derechos del Niño.
Menos mal que no existe una entidad internacional encargada de ponerle nombre uniforme a todas las películas, ya que eso impediría llamarlas del modo que nos pareciera más adecuado según nuestras costumbres o tradiciones. Sin embargo, esto que no sucede en el área de las películas, sí sucede en otras áreas con ciertos tratados internacionales, y por eso siempre conviene ser cuidadoso con los tratados que los Estados firman, ya que, por muy bonitos que suenen sus títulos o sus artículos, pueden en algunas ocasiones poner fin a la posibilidad de solucionar los problemas de acuerdo a las realidades y tradiciones nacionales. En efecto, incluso hay tratados como los de Derechos Humanos en los que puede estarse de acuerdo, pero que son leídos inadecuadamente. Por ejemplo, la Convención Interamericana de DD.HH. ha sido interpretada diciendo que prohíbe las leyes de amnistía (aunque no lo dice en ninguna parte), lo que impediría usar ese mecanismo para solucionar conflictos internos, desconociendo que en muchos casos el perdón y el olvido son los mejores mecanismos para solucionar algunos problemas sociales profundos, como sucedió en Sudáfrica al término del Apartheid.
Por eso conviene ser cuidadoso con los tratados que se firma, ya que al igual como sucede con el principio de subsidiariedad a nivel nacional, las agrupaciones mayores —p.ej. organismos internacionales— deben realizar sólo aquellas cosas que las agrupaciones menores no pueden hacer por sí mismas. Por ejemplo, acordar quién tiene jurisdicción sobre los hechos que suceden en alta mar. Por eso las naciones con ADN de Derecha suelen preferir no firmar tantos tratados internacionales. Un ejemplo de lo anterior es el caso de Estados Unidos, que sabe que es uno de los países de primer nivel en el respeto de los derechos humanos y no necesita de otros que le digan qué hacer, y por eso es uno de los dos únicos países que no ha firmado un tratado con el que casi todos estamos de acuerdo: la Convención sobre los Derechos del Niño.
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