Alianza y caballos de Troya

Creo que en estas elecciones tendremos resultados positivos. En la noche veremos que en Troya todo el mundo celebra –yo también, con bombos y platillos– la retirada de los griegos, pero por favor ¡no permitamos que ellos nos dejen su caballo de regalo! El ganar estas elecciones no significa nada, salvo que estamos echando a quienes asediaban nuestra ciudad. Ahora, en vez de emborracharnos celebrando y pensando que todo será perfecto, tenemos que proponernos un plan de acción. Según una columna que leí, en España cuando ganó Aznar, las fuerzas de la derecha bajaron la guardia, y cuando llegaron nuevamente los socialistas, vieron que los pro-vida estaban dormidos, los librepensadores estaban borrachos y los defensores de la religión se habían ido de vacaciones. Así, pudieron barrer (y siguen barriendo) con los valores en un dos por tres.

Por esto, hay que disponer el ánimo adecuadamente. El Gobierno de Piñera tendrá muchos caballos de Troya infiltrados, por eso habrá muchas cosas en las que no estaremos de acuerdo, y habrá que pensar en un plan de acción frente a ellas. Dentro de los desacuerdos que tendremos con nuestro Gobierno habrá asuntos de políticas públicas moralmente indiferentes que pueden ser más o menos adecuadas, caso en el cual creo que no hay que criticar mucho para no atornillar para el otro lado. Ens cosas claras, por lo que debemos recordárselas constantemente. No caigamos en la trampa de bajar la guardia. Debemos ser los más críticos de las ambigüedades morales, del mismo modo como los izquierdistas más regresistas le recordaban a sus gobiernos qué hacer, con el consiguiente resultado de que la Concertación se fue izquierdizando cada vez más.

Asimismo, preveo que en más de algún momento sentiremos ese desconcierto que la gente tiene cuando sus aliados les dan inesperadamente la espalda. Para evitar estos descorazonamientos, debemos recordar que este Gobierno, con sus Rubilares y sus Péreces, puede no ser nuestro en materia moral (y también en muchas materias sociales y de libertades clásicas). Pensando esto no nos desconcertaremos tanto.

Con relación a los dichos de Longeira de que en este gobierno se gobernará con concertacionistas, debemos advertirle lo siguiente: ¡Nosotros votamos por ellos justamente para que no nos gobiernen los mismos! Por último, si les llega a faltar gente bien preparada con la que llenar ciertos cargos, deben aceptar sólo a los tecnócratas tipo Tokman, esos que no son ideologizados, y sólo en ministerios que no sean moralmente importantes. En efecto, en ministerios como el de salud y educación y en el SERNAM, hay que poner gente buena. Debemos tener presente que, por ejemplo, el ministerio de salud era referido como “Alemania Oriental” por los mismos concertacionistas… así que tengamos cuidado.

¡Celebremos con ganas este futuro triunfo, ya que será para el bien de Chile!, pero no creamos que es la panacea. Seamos prudentes, no sea que terminemos dejando pasar un elefante de Troya.