viernes, 18 de mayo de 2007

Absolutistas

La palabra absolutista evoca cuadros famosos, en que se retrata a personas con largas capas, zapatos con tacos, pelucas rizadas y unas medias que les llegan hasta más arriba de las rodillas. Efectivamente esos señores —que son una prueba palpable de que la moda no incomoda— fueron absolutistas, pero no creamos que en la época de las fotografías esta palabra debiera caer en desuso, ya que los Estados grandes (entendiendo por estos últimos a aquellos que limitan la AUTONOMÍA de los cuerpos intermedios), continúan afectando la vida, la supervivencia y hasta las conciencias de las personas.

Para aquellos que dicen: “no sean exagerados, mientras más grande el Estado, más bien puede hacer”, les recordaré que también puede hacer mucho mal, por lo que convendría que el poder se le diera a las agrupaciones intermedias (el Fisco puede dar subsidios en los casos en que sea necesario). Para dar algunos ejemplos recientes de bienes afectados por estos Estados grandes:

1) La vida: matanzas del socialismo marxista en tantos países, y del nacional socialismo en Alemania.

2) La supervivencia: al controlar la economía han traído la escasez de alimentos, como sucede hoy en Cuba, o como sucedió en Chile el 73.

3) Las conciencias: condena de presidio al pastor protestante sueco Ake Green por decir en un sermón que el “matrimonio” homosexual era contrario a los valores cristianos (FUE POSTERIORMENTE ABSUELTO POR LA CORTE SUPREMA); o la condena de cárcel que el 2006 se dio a David Irving por negar el holocausto (un grave error, pero que no ofende directamente ni a una persona ni a un grupo determinado, ¿dónde queda la libertad de expresión?).

A pesar de que muchos sean absolutistas, la historia está a favor de nosotros los autonomistas.