domingo, 29 de noviembre de 2009

IDD: Si vis pacem, para bellum

La eterna neutralidad de los suizos es un clásico. Hasta hay un chiste sobre esa característica (lamentablemente no lo recuerdo: si alguno de ustedes me lo cuenta me haría un gran favor). Es interesante considerar que esas mismas mansas ovejas neutrales tienen ejército y un servicio militar más que obligatorio —del cual nadie se salva y que debe ser renovado cada cierto tiempo—, que todo suizo tiene un arma en su casa, y que tienen tanta tradición militar que hasta le prestan un resto a otro Estado: la Guardia Suiza del Vaticano. Es lógico que hagan eso, ya que por muy pacífico que sea un pueblo, sus vecinos pueden no tener las mismas intenciones... basta mirar la historia del siglo XX. Por eso, si vis pacem, para bellum: si quieres paz, prepárate para la guerra.

Este es uno de los buenos momentos para darse cuenta de eso en nuestro Chile querido. Nuestra patria es pacífica, que no tiene intenciones dobles con sus vecinos. Para notar esto basta recordar, por ejemplo, que durante el Gobierno militar se estuvo dispuesto a entregarles mar a Bolivia (pero Perú, que según el tratado limítrofe vigente tiene que aceptar cualquier modificación en el territorio de Chile o Bolivia no quiso autorizarlo), o que Chile promovió la entrada de Perú en la APEC.

Por otro lado, sin embargo, hoy nos topamos con un vecino que no tiene nuestras mismas intenciones de paz. Sólo nos basta recordar cuando que hace no mucho que el general peruano Donayre dijo que los chilenos serán sacados de Perú en ataúdes (olvidando que somos nosotros quienes los hemos recibido con brazos abiertos), este mismo año los chilenos no le dieron importancia a un acto de espionaje en el que estuvo involucrado el ex agregado naval de Perú en Chile y a pesar de que existen tratados internacionales en la materia no hemos tenido ningún problema con ir a La Haya donde ellos quieren plantear asuntos limítrofes... pero apenas sale el primer asunto en que está involucrado Chile —un supuesto espionaje que no está nada de claro si realmente existió—, el presidente de ese país salta cual gata en celo a lanzar pachotadas contra Chile, el Gobierno y nuestra supuesta carrera armamentista (mejor será que se ponga a contar los buques y tanques que tiene ese país).

Es previsible que el Allan quiera subir a como dé lugar su baja popularidad, a pesar de que eso sea a costa de la paz en la región. Por eso debemos ser como una cortapluma suiza: elegante e inofensiva por fuera, pero muy bien preparada por si acaso.

domingo, 22 de noviembre de 2009

IDD: La Recomendación Viene Muy de Cerca

En Inglaterra e Irlanda hay que pagar unos 160 euros al año por cada televisor que uno tenga. Es la llamada patente de televisión, destinada a financiar la televisión y radio estatal (Eg. BBC y RTE). Mucha gente lo encuentra razonable y dice que gracias a ello puede tener televisión y radio de calidad donde pueda mirar programas culturales y escuchar música clásica... que eso educa a la población.

A ver, vamos por partes:
¿No ofrecerían esa programación los canales privados si la gente realmente quisiera verlos?

Si la gente no quiere verlos ¿no cambiará de canal y se irá al Megavisión británico?
¿Acaso no sirve el cable o internet para solucionar la falta de variedad en la programación? (consideremos que incluso a los pobres se les obliga a pagar esos 160 euros al año)
¿No será que los que quieren escuchar esa música clásica y esos programas educativos quieren que el resto los financie?
¿Por qué debe el Estado decidir qué “cultura” queremos?

Sigamos con las preguntas, pero yendo más al fondo:
¿Se justifica que el Estado sea dueño de medios de comunicación?
¿Queremos darle al Estado el poder de adoctrinarnos a través de sus medios de comunicación?
¿Se imaginan tener que pagar para que los zurdos de la Consuelo Saavedra y Gómez-Pablos nos cuenten las noticias?
¿Por qué subsidiar con nuestros impuestos panfletos propagandísticos de 60 páginas tipo diario La Nación?

Después de tantas preguntas, creo que es mejor que el Estado venda sus medios de comunicación y que quien quiera cultura use esos 160 euros para comprar libros.

domingo, 15 de noviembre de 2009

La tortura duele

Ayer leí en un atlas inglés que describían a la Bachelet como una mujer que sufrió torturas durante el Gobierno Militar... ¡plop! Me acordé que en la primera entrevista que le hicieron dijo que no había sido torturada, pero sí detenida, en la segunda dijo que habían ejercido violencia contra ella, y en la tercera dijo que la habían torturado. Interesante ese cambio en sus versiones. Quizá consideró que el estar detenida es una forma de tortura. A lo mejor adoptó alguna teoría que sostiene que cualquier tipo de dolor, ya sea físico o psicológico es tortura. Esto nos lleva a pensar en el problema del dolor y la tortura.

¿Es malo el dolor que le inflige el doctor a su paciente al preguntarle si le duele la parte del cuerpo que está presionando? ¿Es peor persona un pololo si, sabiendo el dolor que le provocará a su polola, le dice que su relación no va para ninguna parte?
En estos casos el dolor no es negativo, ya que le hace bien a la persona que lo recibe. En cambio, si el doctor pusiera más fuerza que la debida en la herida del paciente sólo por un afán sádico por verlo sufrir, ese acto del doctora sí sería malo. Lo mismo en el caso del pololo, que por muy buenas intenciones que tuviera, si fuese un desubicado y le dijera a su polola que su relación no va a ninguna parte porque ella es tonta, mal educada y tan fea que su libido ni se inmuta con ella (aunque fuese cierto), haría con ella la mala acción del siglo.
Esto nos muestra que el dolor en sí no es algo negativo ni positivo, sino que algo cuya naturaleza moral es indiferente. Así, su malicia dependerá en gran medida tanto del fin de la persona que lo aplica, como del grado de dolor aplicado.

En el caso de los delincuentes, el castigo que reciben siempre les provocará dolor. A nadie le gusta irse a la cárcel, ni aunque fuese la antigua Capuchinos. Lo mismo sucede con los interrogatorios, que siempre involucran molestias y dolores físicos o psicológicos.

La mayoría del mundo está de acuerdo con que la tortura es mala, sin embargo el acuerdo se termina al llegar al área chica: al tratar de determinar cuándo el dolor se transforma en tortura. En lo que sí nadie estaría de acuerdo con que la detención de la Bachelet fue una tortura.

domingo, 8 de noviembre de 2009

domingo, 1 de noviembre de 2009

IdD: Cada Maestrillo tiene su Librillo

Un día cualquiera recibí una llamada en mi celular de alguien a quien no conocía. Se consiguió mi número de celular de algún modo que desconozco y me dijo que me llamaba para felicitarme por una carta al diario que me habían publicado ese día o el anterior. Me dio su nombre y me contó que él también publicaba muchas cartas. Como estaba en mitad del trabajo le dije que me llamara más tarde. Entre medio, para saber si sería o no un loco preferí guglear su nombre. El resultado: una página de LUN donde entrevistaban a un señor que escribía miles (literalmente) de cartas al diario y lo entrevistaban por su peculiaridad.

En su segunda llamada me contó que lo habían vetado en los diarios, y quería que lo ayudara para publicar algo muy importante: la publicidad “ensuciarse hace bien” de OMO era terrible, incentivaba a los niños a estar en contacto con gérmenes que les podían hacer mal... ¡Pensé que era broma! ¿Creería que le conviene a los niños quedarse en la casa cual anémicos? ¡Que el contacto con la tierra les forme anticuerpos! Eso es mejor que darles yogures probióticos para que suplan su vida ascéptica. Pero él no es el único que quiere criar merenguitos. El Gobierno también lo quiso (pero peor, ya que buscaba merenguitos de carácter) cuando prohibió que los niños hasta cuarto básico repitan en colegios públicos (no sé si en los subvencionados).

Un experimento como ese (no sé si aún se aplica) podría quizá funcionar si al año siguiente el colegio le pone un profesor con mayor dedicación a quienes no aprendieron, pero en un país pobre como Chile eso no se puede hacer. Por lo demás, el ser humano aprende de las caídas, y para aprender a tener tolerancia al fracaso más vale que el choque con la realidad se produzca en cosas sin mayor importancia como el repetir el curso. Los escolares no son imágenes del Niño Jesús de porcelana como para que los ponga en un fanal.

Lo peor de todo es que el Estado hizo ese experimento a nivel nacional. ¿Por qué no mejor dar libertad para que cada colegio elija el mejor modo de enseñar? Ya es más que suficiente con que se exijan resultados. En esta crítica no estamos solos, y por eso cito a Gabriela Mistral, quizá nuestra profesora más notable: “Me parece una calamidad el Estado docente, especie de trust para la manufactura unánime de las conciencias. Algún día los gobiernos no habrán sino de dar recursos a las instituciones y los particulares que prueben su eficacia en la educación...También pesó sobre mí el Estado docente, centurión que fabrica programas y que apenas deja sitio para poner sabor de alma”.